Polvoranca
El nombre de Polvoranca resultará
familiar a los habitantes de Madrid, y probablemente les sorprenderá encontrarlo en un listado de pueblos abandonados. Este topónimo tiene diversas acepciones, pero ninguna de ellas tiene aparente relación con los despoblados, y si preguntáramos a cualquier madrileño/a nos sorprendería la variedad de sus respuestas. A unos les sonará por la estación de cercanías
Renfe que lleva su nombre. A otros, por el barrio de Leganés. Los habrá que conozcan el Parque
Polvoranca, una zona verde de ciento cincuenta hectáreas ubicada entre Alcorcón,
Fuenlabrada y Leganés. Quien haya paseado por él, habrá observado los restos de la iglesia de San Pedro Apóstol: último vestigio de una aldea que, en contra de lo que a priori se pudiera suponer, tiene una historia que abarca milenios.
Hace décadas que la aldea de Polvoranca cedió su nombre al parque que actualmente ocupa su término municipal. Estaba ubicada en una zona con abundante agua, rodeada de arroyos y lagunas donde
reposan los ánsares en su viaje hacia el sur. La
fertilidad de sus tierras era extraordinaria, lo que atrajo en la edad de hierro a los primeros
pobladores. También los romanos tuvieron presencia en la
zona, y así lo atestigua el hallazgo de los restos de un poblado al norte del
arroyo Culebro. No parece descabellada la teoría de que bajo las ruinas de la iglesia
de San Pedro se hallan los restos de una villa romana. Y es que la
propia palaba Polvoranca podría tener su origen en el antopónimo Laurianus, que
bien pudo ser el nombre del señor de la villa. La invasión musulmana habría
dejado su impronta añadiendo al topónimo el sufijo “-que”, derivando en
Loranque. De la edad media provendría el prefijo “pol-”, que significa “lugar habitado”,
dando como resultado el vocablo Polboranque. Sería el propio fluir de la
palabra hablada el que convertiría Polboranque en Polboranca, y fue decisión de D. Pedro Ignacio de Belluti Vélez, entonces propietario de las tierras, el
cambiar en 1794 la b por la v, dando como resultado el nombre actual.
Polvoranca fue constituida como
poblado estable en el año 1100, casi dos milenios después de que los primeros nómadas
se establecieran en sus tierras. A este hecho contribuyó en gran medida la llegada
de los judíos, mozárabes y musulmanes que huían de la ciudad de Toledo, a
consecuencia de su conquista en 1085 por parte del rey Alfonso VI. Resulta
paradójico el hecho de que la misma abundancia de agua que fertilizó las tierras y atrajo a
nuevos pobladores fuera la que provocó, en 1285, la emigración hacia el norte de
buena parte de sus habitantes para fundar Leganés, coincidiendo con gente de
otros asentamientos como Butarque y Overa. Y es que el exceso de humedad
propiciaba la aparición de enfermedades como el paludismo, que
fueron una constante a lo largo de la historia de la villa.
Mapa de Polvoranca y Leganés de la primera mitad del s. XX
Con el paso del tiempo, Polvoranca
acabó siendo convertida en un señorío feudal que, a pesar de haber cambiado de
manos en varias ocasiones, ha permanecido como tal hasta nuestros días. Su economía se
basaba en los cultivos de cereal y garbanzo, complementados con algunos
olivares y huertas, así como con el pastoreo de ganado ovino. Como en todo
sistema feudal que se precie, el excedente económico obtenido pasaba a ser propiedad
de los señores feudales, quedando para los habitantes lo imprescindible para
sobrevivir. Entre sus propietarios hay varias generaciones de los condes de
Orgaz, y merece la pena destacar un incidente ocurrido durante ese período que
enfrentó a las villas de Madrid y Polvoranca.
En la edad media, y a diferencia
de lo que sucede en la actualidad, la jurisdicción no tenía carácter nacional.
Los titulares de los señoríos jurisdiccionales tenían potestad para aplicar la
justicia en su territorio, en mayor o menor medida según cada caso, y estableciéndose
para ello diferentes categorías. El matiz diferenciador era el ámbito de
jurisdicción: podía ser en todo el territorio o, por el contrario, en los límites
urbanos de cada señorío, lo que se conocía como “de goteras hacia dentro”. La
pena máxima era la muerte, y para su ejecución se utilizaba la horca.
En 1499, los Reyes Católicos ordenaron
al corregidor de Madrid el derribo de las horcas construidas en diversos municipios,
entre los que estaba el señorío de Polvoranca. El corregidor traspasó la orden
a los correspondientes alguaciles, que fueron los encargados de hacer efectivo el
mandato. No le sentó nada bien a D. Esteban
de Guzmán, señor de Polvoranca, quien denunció el hecho ante el corregidor de Madrid,
arguyendo que no había sido informado de tal decisión, y considerando que no tenían
potestad para arrebatar a Polvoranca un derecho que poseía desde tiempo inmemorial,
como era el de tener jurisdicción dentro de su territorio, habida cuenta de lo bien
definidos que estaban los límites territoriales de Polvoranca frente a los de
Madrid. El fiscal alegó que la jurisdicción
señorial solo debía aplicarse dentro de los límites urbanos del señorío, o como
se decía entonces, “de goteras para adentro”. A continuación, solicitó que se
declarase que la villa de Polvoranca no tenía capacidad jurisdiccional fuera de
sus “goteras y paredes”.
Pasaron 35 años hasta que en 1534
se dictara sentencia, que resultó favorable a Polvoranca, permitiendo a la villa
ejercer la jurisdicción en todo su territorio, y concluyendo en que debían
restituirse a su antiguo estado los elementos jurisdiccionales derribados, como
la horca. La Villa de Madrid ejerció su derecho de súplica, pero este fue
desestimado por el Conde de Orgaz, que había sustituido a D. Esteban de Guzmán
en la titularidad del señorío de Polvoranca. En la siguiente resolución el
tribunal dio la razón a Madrid, lo que desembocó en la intervención fiscal de
Polvoranca por la Villa de Madrid, y limitó los derechos del señorío al
interior de sus “goteras y paredes”, eliminando asimismo (y por segunda vez) todos
sus símbolos jurisdiccionales. El Conde de Orgaz presentó súplica
ante el juzgado, alegando derechos de propiedad y posesión, y la Villa de
Madrid respondió de similar manera. El proceso continuó hasta quedar visto para
sentencia en 1594, casi cien años después de su comienzo.
La villa de Polvoranca cambió de
manos en 1575, pasando a ser propiedad de D. Antonio de León y Dª Ana de Ossorio.
Fue en ese período cuando Polvoranca alcanzó su mayor esplendor, pasando
a ser conocida como el Mayorazgo de Polvoranca, y alcanzando la cifra máxima de
trescientos vecinos y cuarenta y dos casas. Por él pasaron personajes de la talla de Fray
Luis de León (que lo frecuentó entre 1570 y 1590) y Don Juan de Austria, hijo
ilegítimo de Carlos I y hermanastro de Felipe II, y a quien disputó el trono en
la rebelión morisca de Las Alpujarras, que tuvo lugar entre 1568 y 1571. También
se acordaron de esta villa escritores como D. Benito Pérez Galdós, quien la
mencionó en su libro Nazarín, describiéndola así:
Era tierra fría y
llana,
pobre de leña y de
pan.
Aunque de vino
mediana,
de ganado no iba mal
Fue en esa época gloriosa,
concretamente en 1655, cuando se levantó la iglesia de San Pedro Apóstol, que inicialmente veneraba a San Cosme y San Damián. Para su diseño se
contrató a dos arquitectos que gozaban de notable prestigio en aquel momento:
D. Francisco de Mora (gran exponente de la arquitectura herreriana) y su
sobrino, D. Juan Gómez de Mora (autor de la Casa de la Villa de Madrid). Su
planta tiene forma de cruz latina, compuesta por una sola nave con capillas
laterales, y la cubierta tiene forma de bóveda de cañón encamonada. La iglesia
tiene además una cripta sepulcral ubicada bajo tierra. Su construcción se
realizó en ladrillo, erigido sobre zócalo de sillares de piedra.
A pesar de la buena situación de
Polvoranca, la vida en la localidad vecina de Leganés transcurría de manera
mucho más agradable para sus habitantes. Gracias a la cercanía de la Corte de
Madrid, la economía y la sociedad de este municipio evolucionaron de manera más
rápida. Esto no pasó desapercibido para los habitantes de Polvoranca, quienes
poco a poco fueron abandonando sus casas y emigrando hacia Leganés. Polvoranca fue
testigo de cómo su población descendía de forma lenta pero constante, hasta quedar
prácticamente despoblada a mediados del s. XIX, momento en que su territorio fue
anexionado al de Leganés. No quedó totalmente despoblada: en la aldea continuaron
viviendo algunos vecinos que cultivaban las tierras y pastoreaban ganado, hasta
que se marcharon a mediados del s. XX.
Comparativa de imágenes aéreas. Se aprecia con nitidez la notable expansión de Leganés en la segunda mitad del s. XX. El Parque Polvoranca se sitúa a la izquiera de la localidad, y al sur están los restos de Polvoranca.
Polvoranca siempre tuvo una
espada de Damocles que pendió sobre su población y que fomentó las sucesivas
emigraciones que sufrió: la humedad de las lagunas, que convertía la zona en un
hábitat ideal para los mosquitos, que transmitían enfermedades como el
paludismo. La llamada fiebre del mosquito o terciana provocaba agresivas diarreas,
fiebre e incluso la muerte. Con la despoblación le sobrevino el sambenito de lugar
maldito, y en torno a su historia afloraron multitud de creencias y leyendas.
Píldoras del Dr. Camacho. Un magnífico remedio para las "tercianas".
--------- ENERO de 2018 ---------
Evolución de Polvoranca en los últimos 50 años
El Parque Polvoranca está ubicado
entre Alcorcón, Fuenlabrada y Leganés, y rodeado al norte por la carretera M-406,
al sur por la circunvalación M-50, al este por la carretera M-407, y al oeste
por la autopista R-5. La conversión en parque de los campos de cultivo que
antes ocupaban todo este espacio se inició en 1986: se adecuaron los humedales,
convirtiéndolos en lagunas artificiales, y se repobló la zona con flora
autóctona. El resultado es una zona verde estupenda, considerada el pulmón de
Leganés, y un lugar magnífico para la observación de aves. Recomiendo encarecidamente
que, si os apetece visitar las ruinas de Polvoranca, aprovechéis para disfrutar
de este entorno. No os dejará indiferentes.
Vista 3D de Polvoranca
El perímetro de lo que fue la
villa de Polvoranca está completamente vallado. Y no es para menos: el estado
de conservación de la iglesia no presagia nada bueno. En mis numerosas
exploraciones he zascandileado por edificios que entrañaban cierto peligro de
derrumbe, pero nunca me atrevería a hacerlo en casos como el de esta iglesia:
el desplome parece inminente. La cúpula que cubría el altar mayor está sujeta
casi de milagro (nunca mejor dicho), una de las capillas laterales está
completamente separada del resto del edificio y sufre una inclinación notable.
El resto de muros presentan grietas de gran tamaño, y cada fragmento de pared sufre
una inclinación diferente con respecto al que tiene al lado: todo en función de
los diferentes apoyos que va encontrando la estructura en su lenta agonía.
Fotografía tomada casi desde el mismo punto que lo hice yo. Autor desconocido
La torre de la iglesia colapsó el
24 de diciembre de 1953. Por aquel entonces la villa estaba totalmente
abandonada, a excepción de un matrimonio que vivía en una de las casas y que pastoreaba
ovejas en las tierras circundantes. El diario ABC publicó, el 6 de enero de 1957, una entrevista realizada a este matrimonio por el periodista Alfredo Semprún, de la que resalto los siguientes fragmentos:
- Cuatro años hará el día de nochebuena -nos dice el pastor- que el “campanario” se nos vino abajo…, Nosotros creímos que se acababa el mundo, ante el ruido que hizo al caer… [sic].
La escasez agudiza el ingenio, y
ante la evidente falta de uso que tenía la pila de agua bendita, el matrimonio
optó por darle una función más práctica:
- ahora sirve para tapar el “gujero” de un pozo -nos dice doña Cecilia, única mujer habitante de Polvoranca [sic].
Huelga decir que en mi visita no vi
la pila de agua bendita. Ni la pila bautismal, en la que doña Cecilia lavaba la
ropa apoyándose en una tabla. Tampoco hay rastro de la casa principal en cuya pared
se ubicaba el escudo de armas. Este afortunadamente se halla a buen recaudo, en
el Centro de Exposiciones de Las Dehesillas (Leganés), tras haber pasado décadas
oculto en una finca privada.
Una de las leyendas que siempre
circuló en torno a la iglesia de Polvoranca fue la existencia de vasijas con monedas
de oro enterradas en la cripta. A pesar de que la leyenda no tiene demasiado
fundamento, hay que reconocer que la iglesia de San Pedro Apóstol escondía
tesoros en sus entrañas, como relataba Alfredo Semprún:
- Hace algunos años, al derrumbarse una pared medianera, se descubrieron los esqueletos, hoy enterrados en Leganés, de toda una familia marquesal, lo que se deduce, debido a las espuelas de oro y otros ornamentos que, junto a los restos de los varones fueron hallados [sic].
- En otro muro, frontal al anteriormente citado, se encontró asimismo el cadáver de una joven, el cual, embalsamado, conservaba en toda su pureza los bellos rasgos de aquella damisela, hija, sin duda alguna, de una de las familias señoriales de Polvoranca [sic].
Otros han sido los
descubrimientos realizados en épocas más recientes. En 1999, y a consecuencia
de la realización de unas prospecciones arqueológicas, apareció un crematorio
funerario con restos de más de dos mil quinientos años de antigüedad. Y en
2005, tras haber excavado junto a los muros de la iglesia con el fin de
analizar el estado de los mismos, aparecieron restos óseos humanos de lo más
variado.
Artículo de ABC, 6 de enero de 1957
Poco queda en pie aparte de la
iglesia. Aún se vislumbran algunos restos de lo que fueron las casas de
Polvoranca, pero todo está arrasado. En el suelo a veces asoman trozos de ladrillo
o de teja, como queriendo llamar la atención del paseante y hacerle ver que “antes,
todo esto era pueblo”.
Fotografía tomada por el fotógrafo Francisco Cecilia en 1980, desde el mismo punto que la tomé yo.
A continuación, una serie de fotografías tomadas por el fotógrafo Francisco Cecilia en 1983:
Escudo de la casa señorial, hoy en el Centro de Exposiciones "Las Dehesillas"
--------- EPÍLOGO ---------
Basta que tengamos algo al alcance
de la mano para que no le prestemos atención. Es más probable que conozcamos mejor
los sitios de interés de las ciudades a las que vamos de vacaciones que los de
la ciudad en la que vivimos. Y esto es así porque tenemos demasiado asumido lo
que nos rodea: pensamos que siempre ha estado y siempre estará, y no nos paramos
a pensar en lo interesante que sería dedicar un poco de atención a lo que
tenemos tan cerca. No es necesario hacer exóticos viajes para descubrir historias fascinantes y lugares con encanto.
--------- REFERENCIAS ---------
Mapas y fotos aéreas:
- Google Maps
- Instituto Geográfico Nacional
Libros:
- Poder político y administración de justicia en la España de los Austrias – José Luis Bermejo Cabrero
Blogs y páginas web
- ABC
- Biblioteca Nacional de España
- Centro de Educación Ambiental Parque de Polvoranca
- DLeganés
- El País
- Francisco Cecilia
- Leganés Activo
- Lista Roja del Patimonio
- Madrilánea.com
- Nuestros Escudos
Que gran artículo! Enhorabuena!
ResponderEliminar¡¡Muchas gracias!! Celebro que te haya gustado =)
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