Rodén
Os informo que tenéis a vuestra disposición un vídeo sobre Rodén en mi canal de Youtube. El vídeo está grabado en 2021, mientras que las fotos de este reportaje son de 2015: podréis comprobar cómo ha cambiado este pueblo en tan solo seis años. ¡Espero que lo disfrutéis!
RODÉN EL VIEJO
No son pocas las causas que
pueden motivar a los habitantes de un pueblo para emigrar y abandonarlo a su
suerte. En algunos casos se trata de las duras condiciones de vida: dificultad
para obtener agua, escasez o ausencia de electricidad, accesibilidad
complicada, climatología extrema, etcétera. En otras ocasiones la migración es
forzada: Puede ser causada por la construcción de un embalse que inunde los
campos de cultivo (o el pueblo en sí), o porque el terreno no reúna las
condiciones mínimas de estabilidad y ponga en peligro la vida de los aldeanos
por el inminente derrumbe de sus casas. Esta ecuación tiene una variable que, no
por ser menos habitual, debemos dejar de contemplar: la guerra. Las grandes
migraciones producidas en el mundo se deben a las guerras, que arrasan con la
cultura y la ciudadanía existentes allá por donde pasan.
El 18 de julio de 1936 se produjo
en España un golpe de estado que desembocó en una guerra civil. Esta finalizó
el 1 de abril de 1939, y sus consecuencias fueron catastróficas: la población estaba
dividida, fallecieron más de medio millón de personas, y el país quedó
completamente destruido. Previendo esta situación, en 1938 se puso en marcha el
Servicio Nacional de Regiones Devastadas, cuya finalidad era cicatrizar todas
las heridas que habían sido provocadas a consecuencia de la guerra, reconstruyendo
edificios públicos, infraestructuras, monumentos artísticos y viviendas. Solo
hubo cinco casos en los que se optó por edificar pueblos totalmente nuevos en
detrimento de reconstruirlos desde sus ruinas, tal era la dificultad y el coste
económico que suponía la reparación de los destrozos. Todos se encuentran en
medio de los escenarios de las batallas más duras de la guerra, como son la
Batalla de Guadalajara (Gajanejos, Montarrón y Valdeancheta), la Batalla del
Ebro (Corbera de Ebro) y la Batalla de Belchite (Belchite y Rodén).
Rodén - Ruinas del castillo y de la iglesia |
La BATALLA de BELCHITE
Belchite es una localidad que
tiene una larga historia a sus espaldas. Los primeros restos humanos hallados datan
de la Edad del Bronce, aunque no hay constancia de asentamientos relevantes hasta
la Edad del Hierro. Por sus calles han transitado todas las civilizaciones que
han enriquecido España: árabes, bereberes, celtíberos, romanos… Su estratégica
ubicación siempre lo ha convertido en un enclave atractivo a ojos de
gobernantes ambiciosos y conquistadores, a consecuencia de lo cual sus tierras han
sido escenario de numerosos conflictos bélicos. Uno de los más importantes fue el
de 1809, en plena Guerra de la Independencia, y aparece reseñado en el Arco del
Triunfo de París. Pero la batalla más destacada, la que dio a Belchite su mayor
renombre y su característica más representativa, es la que tuvo lugar entre el
24 de agosto y el 6 de septiembre de 1937.
Fueron dos semanas de lucha
incansable, que se saldaron con la muerte de cinco mil personas y la práctica
destrucción del pueblo. Tan es así, que Regiones Devastadas convino en que lo más
rentable era edificar un pueblo completamente nuevo al lado de las ruinas del
viejo, dando a los vecinos facilidades para el pago de sus nuevas casas. En la
construcción del pueblo se utilizó la mano de obra de mil prisioneros
republicanos, que dormían en un campo de concentración situado en el centro de
lo que actualmente es el pueblo nuevo. Muchos fallecieron debido a las
inhumanas condiciones de vida y a la dureza de los trabajos encomendados.
El actual aspecto de Belchite es
sobrecogedor. Sus ruinas son perfectamente visibles desde la carretera,
destacando por encima de todo el Convento de San Rafael, la Iglesia de San
Martín de Tours y la Iglesia de San Agustín. Si nos adentráramos en sus calles nos costaría distinguir buena parte del trazado urbano, ya que la inmensa
mayoría de los edificios que lo componían han quedado reducido a escombros.
Quizá restemos parte de tenebrosidad a la imagen si decimos que Belchite no
acabó así al finalizar la guerra, sino que sus ruinas han sufrido con creces
los rigores del clima de la región, acelerándose de manera exponencial la
destrucción de los edificios que quedaban en pie. Sin embargo, sigue
impresionando la visión de la torre de la iglesia de San Martín de Tours, cuyo
campanario está completamente erosionado por el efecto de las balas. También es
especialmente impactante la imagen de los obuses sin estallar que hay incrustados
en la fachada de la iglesia de San Agustín.
Comparativa de fotos aéreas de Belchite. Fuente: Instituto Geográfico Nacional |
En varios de los libros cuya
temática está ambientada en la guerra civil, se menciona la existencia de
obuses del bando nacional que no detonan, y en cuyo interior se encuentran
mensajes de ánimo para los soldados republicanos. Algunos de estos ejemplares
son “El asedio de Madrid” (Eduardo Zamacois, 1938), “Gavroche en el parapeto”
(Elías Palma y Antonio Otero) y “La forja de un rebelde” (Arturo Barea, 1945).
De este último se extrae el siguiente fragmento:
Un obús había tocado el edificio, pero no había estallado. Había pasado a través de las viejas gruesas paredes y se había tumbado a descansar a través del umbral del dormitorio de los guardias. La madera del piso estaba humeante aún y en la pared de enfrente había un roto. Una hilera de volúmenes del diccionario Espasa-Calpe había brincado en un remolino de hojas sueltas. Era una granada de 54 centímetros, tan grande como un recién nacido. Después de conferencias sin fin aquí y allá, vino un artillero y desmontó la espoleta; el obús vendrían a recogerlo después. Los guardias transportaron el enorme proyectil, ahora inofensivo, al patio. Alguien tradujo la tira de papel que se había encontrado en el hueco entre la espoleta y el corazón de la bomba. Decía en alemán: “Camaradas: no temáis. Los obuses que yo cargo no explotan. Un trabajador alemán"
Cristián Tomás relata en su Twitter un hecho como este. Recomiendo su lectura.
Ningún alto cargo del bando
sublevado dio el menor pábulo a este tipo de información. Ni siquiera lo
hicieron en el bando republicano: El mismo Santiago Carrillo calificó estas noticias
como bulos y leyendas urbanas. No obstante, se ha tenido constancia de
documentos que aseguran que este tipo de hechos fueron reales. Francisco Franco
fue conocedor de ello a través de un miliciano republicano que cambió de bando,
y que narró en una carta cómo les había sorprendido que no estallaran algunos
de los obuses que les lanzaban los rebeldes. Al acercarse para
inspeccionarlos, encontraron sujetas a ellos notas manuscritas que transmitían
mensajes como este: “Compañeros, de los proyectiles que saldrán de este
cañón, no temáis que no explotará ninguno. Soy de los vuestros. U.H.P. (Uníos
Hermanos Proletarios)”.
Huelga decir que esta situación
preocupó a Franco, ya que se trataba de un incidente del que cada vez recibía
más noticias, y ordenó extremar el celo a la hora de seleccionar personal para
la fabricación de los proyectiles. Una cosa está clara: a muchos no les quedó
más remedio que luchar “donde les tocó”, y pusieron todo de su parte para
evitar que la sangría fuera mayor de lo que realmente fue. Nunca se lo podremos
agradecer lo suficiente.
Un guardia de asalto recoge un obús enemigo que no llegó a estallar, en Guadarrama Archivo rojo - Autor: ALBERO Y SEGOVIA - Fuente: El Diario Vasco |
Bien sea por haber puesto nombre a una de las batallas más trágicas de la contienda, o bien por la espectacularidad
de sus ruinas, el caso es que Belchite se ha convertido en el pueblo más
representativo de la Guerra Civil, y sus restos son actualmente lugar de visita
para turistas y aficionados al misterio. Es un pueblo cuya historia se ha
tratado en numerosos artículos y reportajes, y por eso considero innecesario
otorgarle más protagonismo: Para quien tenga interés en Belchite, recomiendo
encarecidamente ver el reportaje que elaboró la página amiga Lugares Abandonados.
Sin embargo, y sin necesidad de
alejarnos de Belchite más de 30 kilómetros, encontraremos un pueblo que vivió
una historia muy parecida. Sufrió en primera persona los efectos de la
batalla, y aunque en sus calles no perdieran la vida miles de personas, padeció
el mismo trágico final. A pesar de todo pasa completamente desapercibido, no
recibe visitantes y apenas se le presta atención.
RODÉN
Rodén está situado en lo alto de
un cerro, a una cota de trescientos metros sobre el nivel del mar. El paisaje
que lo rodea es árido, compuesto por tierra, piedra y matorrales. Las viviendas
se distribuyen a lo largo de las calles, ascendiendo de forma escalonada por la
ladera. Coronando el conjunto se encuentran el castillo y la Iglesia de San
Martín, cuya torre fue restaurada en 2014. Rodén también vivió su época feudal:
Formó parte del señorío de Arenós, cuyo propietario era D. Pedro Jordán de
Peña, y a partir de 1414 pasó a ser propiedad del señorío del Arzobispado de
Zaragoza, uno de los más grandes de Aragón.
Comparativa de fotos aéreas de Rodén - Fuente: Instituto Geográfico Nacional |
Rodén ha recorrido mucho camino hasta nuestros días, aunque apenas hay referencias acerca de su pasado. Ya hubo asentamientos en la Edad del Bronce, y su nombre proviene del latín Rudius, que indica su fundación romana. En el trazado de sus calles y la distribución de sus viviendas hay una clara influencia islámica, como bien relata D. Pascual Madoz en su Diccionario Geográfico Estadístico de 1845:
Lugar con ayuntamiento de la
provincia, audiencia terr. y diociudad de Zaragoza (6 horas), ciudad g. de
Aragon, partido judicial de Pino. Sit. en terreno escabroso á U der.
del r. toro a \ hora de dist. ya la falda N. de un cabezo; le
baicu todos los vientos; su Clima es variable, y las enfermedades mas
comunes pulmonías. Tiene 83 Casas; escuela de niños concurrida por
*6, y dotada con 4,100 reales ; un antiguo edilicio llamado Castillo, obra muy
sólida y al parecer de moros; iglesia parr. (San Martin) servida por un cura de
provisión real u ordinaria , según el mes de la vacante, y un cementerio. Los
veciudad se surten de las aguas del r. Euro. Confina el TÉr.m. por N.
y E. con Fuentes de Ebro; S. Mediana, y O. Zaragoza: su ostensión es de 3/V de
hora de N. á S., y \ de E. á O. El Terreno es de
buena calidad: participa de secano y huerta, que se fertiliza con las aguas del
r. Ginel. Los Caminos son locales y regulares.
El Correo se recibe de Fuentes de Ebro por bafijero tres veces á la
semana. Pbod. : trigo, cebada, avena, maiz, vino, aceite, patatas,
habas y venturas; mantiene algún ganado lanar. Ind.: la agrícola y
molinos harineros, trapero v de aceite, que no nacen nías que
conservarse. Pobl..: U veciudad, 409 aim. Cap.fb.od.: 691,1
«(8 reales Imp.: •H.300. [sic]
Rodén no destaca. No alza la voz.
No da su nombre a una batalla. Apenas aparece mencionado cuando se narran las
contiendas de Belchite o del Ebro. Rodén es un testigo mudo de la guerra, y a
través de sus ruinas nos relata una de las trágicas consecuencias que tienen
los conflictos bélicos: el éxodo de la población. Gentes que no han cometido
maldad alguna, cuya vida se limita a subsistir en el de por sí duro mundo que les
rodea, por circunstancias ajenas se ven obligadas a abandonarlo todo para
conservar la vida. Eso que conocen en el argot como daños colaterales.
Una de las calles principales de Rodén |
Los castillos siempre se
construyeron en alto, y no es por casualidad: Así se puede otear el horizonte con
mayor facilidad, descubriendo con antelación los movimientos del enemigo. Rodén
también disfruta esta ventaja, que permitió a los rodeneros ver desde la
lejanía como se iba aproximando el fragor de la batalla. El instinto de
supervivencia es muy poderoso, y motivó que los más de 200 habitantes que tenía
Rodén en aquel momento decidieran marcharse del pueblo, abandonando sus casas,
sus tierras, y su vida. Hubo un día entre 1936 y 1937 en que Rodén completamente
solo, a merced de su propia suerte.
Parece lógico pensar que su
destrucción se debiera al efecto del combate. También se dice que las casas
fueron desmanteladas por las tropas republicanas para reforzar con sus
elementos (piedras, vigas, etcétera) las trincheras del frente de Belchite.
Probablemente se trate de una mezcla de ambas teorías: el pueblo habría sido
destruido a consecuencia del bombardeo por parte de los aviones, y además
habría sido arrasado por la artillería. Posteriormente, las tropas republicanas
aprovecharían los escombros de las ruinas para reforzar sus posiciones y
protegerse del ataque enemigo.
Ruinas de algunas casas de Rodén |
Una vez quedó cautivo y desarmado
el ejército rojo, Rodén vio como algunos de sus habitantes regresaban a lo que
quedaba de sus casas. Aquel pueblo fantasma ofrecía unas condiciones de vida absolutamente
desfavorables para las diez familias que regresaron. Tal era su estado de ruina,
que Regiones Devastadas proyectó nuevo pueblo junto a la carretera. Y así fue: actualmente,
a los pies del montículo donde languidecen los restos del pueblo viejo,
encontramos una localidad mucho más accesible en la que apenas viven una
treintena de personas, y que pertenece administrativamente al municipio vecino de
Fuentes de Ebro.
Rodén viejo y Rodén nuevo. |
Sábado, 12 de diciembre de 2015
Belchite y su historia siempre me
llamaron poderosamente la atención. Quiso el destino que trasladara mi lugar de
residencia a una zona relativamente cercana, a menos de una hora de distancia.
Esto hizo que aumentara la frecuencia con que iba a pasear entre sus ruinas, pasando
a convertirse en un lugar habitual para mí. La sorpresa fue mayúscula cuando
descubrí, por casualidad, que en mis múltiples viajes a Belchite había pasado
muy cerca de un pueblo con una historia igual de interesante.
El trayecto a Rodén desde Fuentes
de Ebro es muy agradable. La carretera es estrecha, de trazado antiguo, pero
está convenientemente asfaltada y señalizada. A la izquierda tenemos un paisaje
rocoso y desértico, de tierra y matorral, mientras que a la derecha predomina el
verde de los huertos y los árboles de la ribera del río Ginel. En contra de lo
que cabe esperar, el viaducto que sostiene las vías del AVE Madrid-Barcelona no
destroza la estética del paisaje, sino que proporciona un interesante contraste
entre la vanguardia tecnológica y el tradicional (e imprescindible) cultivo
agrícola.
Una de las perspectivas más
bonitas de Rodén es la que se aprecia al pasar bajo el viaducto de ADIF. De
frente, y a pie de la carretera, vive plácidamente Rodén nuevo, completamente indiferente
a los avatares de su historia no muy lejana. En lo alto de la colina, achacoso
pero majestuoso, sobrevive con orgullo Rodén viejo: Al contrario que la torre de
la iglesia, que permanece erguida como símbolo de resistencia, las ruinas de
sus viviendas se han mimetizado con el terreno que rodea al pueblo.
Quizá Rodén sea uno de los
pueblos abandonados más cómodos para visitar en coche, ya que prácticamente se
puede aparcar en la puerta del castillo. La subida hasta el pueblo se hace por
un camino de tierra que el coche subió con comodidad. Si se continúa más allá
del desvío, el camino desemboca en el cementerio y, a continuación, en los
restos de un poblado de la Edad del Bronce. Yo opté por centrarme en Rodén, de
modo que seguí las indicaciones y aparqué junto al sendero de acceso al pueblo.
Camino de acceso a Rodén. Al fondo, el pueblo actual y el viaducto del AVE |
Es tal el nivel de destrucción,
que no se sabe dónde terminan los escombros y donde comienza el campo en sí
mismo. A diferencia de Belchite, que está construido en adobe y ladrillo, las
casas de Rodén son de piedra y yeso, concretamente de alabastro, lo que da a
sus ruinas un toque muy luminoso. Uno de los primeros edificios a los que se
accede desde el sendero es la iglesia de San Martín: En su fachada, a la izquierda
de la puerta de acceso, luce marcado en cemento el nombre de José Antonio Primo
de Rivera. La iglesia solo es la sombra de lo que fue: no tiene tejado, la
bóveda está completamente desplomada y las paredes lucen grietas de
consideración. El único elemento destacable es la torre, que fue restaurada en
2014.
Rodén - Puerta de acceso a la Iglesia de San Martín |
Iglesia de Rodén - José Antonio Primo de Rivera |
Interior de la iglesia de Rodén |
Interior de la iglesia de Rodén |
Interior de la iglesia de Rodén |
Rodén - Torre de la iglesia de San Martín |
Junto a la iglesia permanecen en
pie los escasos restos del castillo morisco, entre los que se encuentra una
bóveda que tiene los días contados. Aún se aprecian las troneras del castillo,
así como alguna ventana con terminación de arco apuntado, aunque para
vislumbrar su magnitud tenemos que hacer trabajar la imaginación.
Restos del castillo de Rodén |
Bóveda del castillo de Rodén |
Desde la plaza del castillo se
disfrutan unas magníficas vistas de la ribera del río Ginel. No cabe duda que desde esta posición se tuvo que observar con mucha nitidez el
avance de la batalla de Belchite, gracias a lo cual los rodeneros pudieron
ponerse a salvo. Afortunadamente no percibo signos de guerra a lo lejos: Lo que
sí se aprecia con total claridad es el viaducto del AVE, sobre todo cuando un tren
pasa a toda velocidad por él, generando un ruido nada despreciable. Desconozco
hasta qué punto puede afectar a la vida diaria de los habitantes de Rodén
nuevo, pero escuchándolo desde el pueblo viejo, y con la estampa de guerra que
me rodea, cuanto menos estremece.
Vista sur desde Rodén |
Vista suroeste desde Rodén |
Vista noroeste desde Rodén |
Caminar por las calles de Rodén
es todo un desafío, y adentrarse entre sus edificios es una temeridad. Rara es la
casa que permanece en pie: las fachadas se separan entre sí,
adquiriendo inclinaciones más propias de la Torre de Pisa, y evidenciando un
peligro de derrumbe inminente. Aún se pueden apreciar las pinturas empleadas en
las paredes, las cenefas, las alacenas, los restos del cañizo con la escayola
para cubrir los techos de madera…
El cierzo sopla con su fuerza
habitual, aunque aquí se hace mucho más latente, dada la exposición del lugar.
Se encoge el corazón al imaginar los acontecimientos que sucedieron en esta
zona: bombardeos, cañonazos, disparos, lucha fraticida… en definitiva,
destrucción y muerte. No quisiera verme en la piel de mi “yo” de 1939.
DESPOBLADOS, ABANDONADOS y COCHES
ANTIGUOS
Toca emprender la retirada, pero he
decidido llevar el coche hasta la parte de atrás del pueblo, desde donde se le pueden
hacer unas bonitas fotos con la iglesia y el muro del castillo de fondo. Es un
hecho frecuente que los aficionados a los lugares abandonados también disfruten
con otro tipo de elementos propios de épocas pasadas. Objetos cotidianos con
estéticas totalmente obsoletas, pero que por eso mismo tienen un encanto
especial. En mi caso concreto, las dos aficiones que condicionan mi estilo de
vida son los lugares abandonados y los coches antiguos. Me resulta realmente
sencillo combinar ambos mundos, ya que el coche es un elemento casi
imprescindible para acceder con cierta comodidad a la mayoría de los sitios que
visito.
Parte posterior de la iglesia y muro del castillo |
Al igual que sucede con los lugares
abandonados, todos los coches tienen su historia y su encanto particular, y
merece la pena detenerse unos instantes para descubrirla. Si te llaman la
atención, te recomiendo que eches un vistazo al reportaje que he realizado para
la página amiga Youngtimers Magazine, dividido en primera parte y segunda parte, acerca de uno de los coches que más me ha
acompañado en todo tipo de viajes y exploraciones, y que ha superado con éxito difíciles
pruebas que otro tipo de vehículos no hubieran sido capaces realizar. Se trata
de mi eficaz, fiel y humilde Renault 9, que lleva conmigo más de diez años, y
que se ha convertido de facto en un miembro más de la familia.
De camino a Rodén |
EPÍLOGO
El refranero español es sabio, y sus múltiples acepciones recogen la práctica totalidad de las situaciones que nos encontramos en la vida cotidiana. Una de ellas es especialmente adecuada en este caso que nos compete, y es la que indica que “cuando las barbas de tu vecino veas cortar, pon las tuyas a remojar”. Las gentes de Rodén vieron la que se avecinaba, y decidieron marcharse a tiempo. Aunque nadie en su sano juicio diría aquello de que “huir es de cobardes”, conviene recordar que el cementerio está lleno de valientes.
REFERENCIAS
- ABC
- Eldiario.es
- El Diario Vasco
- El Periódico de Aragón
- Patrimonio Cultural de Aragón
- Próxima parada: La Luna
Maravilloso e interesante reportaje. Gracias
ResponderEliminar¡¡Gracias a tí!! =)
EliminarMagnífico reportaje, muchas gracias.
ResponderEliminar¡¡Muchas gracias!! =)
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